4 cosas que aprendí siendo fotógrafa infantil

Siempre fui una soñadora, creo que por eso me gustaba de niña perderme en los libros. Cualquier universo en el que pudiera sumergirme significaba para mi tener nuevos amigos, poder soñar con esa vida, esos lugares. 

Mi generación, como la de muchas de nosotras fue criada para superarse. Exigiéndose hasta el agotamiento. Había que instruirse, aprender computación, saber idiomas, tener experiencia laboral y viajar para ver el mundo. Sin descuidar la vida doméstica, por supuesto, elegir un compañero, tener hijos, sabernos realizadas a través de la maternidad y que eso nos conformara.

¿Les suena conocido?

 
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Somos la generación que debe hacer todo bien y traemos en nuestras espaldas las exigencias del futuro y las cargas del pasado.

Cuando decidí despojarme de todo eso, cuando por fin abrí los ojos y supe que mi vida necesitaba un cambio de rumbo, asumí que yo era la única encargada de cambiar de dirección.


Tuve miedo, sentí incertidumbre, enfrenté prejuicios, me sentí juzgada y permití que eso afectara mi autoestima. Pero había algo dentro mio que gritaba que eso que había elegido era lo correcto.

Asique con muchas preguntas a cuestas, bastante ingenuidad pero muchísima ilusión me embarqué en una carrera completamente nueva y desconocida a los  33 años. Completamente inexperta y muy poco preparada fui tras mis sueños con la convicción de que iba a lograrlo.

¿Lograr qué exactamente? No lo sabía. Mi sueño mayor en ese momento era poder ser fotógrafa de niños y familias, tener algunos clientes  para aprender cada día más.

 
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Y así sucedió, a paso lento fui consiguiendo clientes y reforzando lo que mi corazón siempre supo, allí estaba mi felicidad.


No fue fácil, tuve muchas caídas, muchos momentos de dudas (y creo que aún los tengo) pero eso no impidió que los sueños crecieran y se convirtieran en ambiciones, en ideas loquísimas que me hacían reír de sólo pensarlas. Mientras tanto trataba de encontrarme a mí misma en mi trabajo y en ese proceso entendí que desarrollar proyectos que tuvieran que ver con mi forma de ver el mundo, mostrar las historias que yo quería contar eran necesarios para poder crecer no sólo como fotógrafa, sino como artista. 


A través de estos proyectos que desarrollé para mí, sin buscar la aprobación de nadie, sin contaminarme con modas o exigencias del afuera, es que por fin pude encontrarme.

Asi es que llegamos hasta aquí, con un montón de sueños cumplidos y otro montón aún por cumplir. Por eso quiero compartirles algunas de las cosas que aprendí que más me sirvieron para seguir firme en este camino.

  • Nadie llega solo. Es importante establecer un sistema de apoyo. Tus personas. Ellos pueden entenderte o no, no es lo importante, lo que importa es que sean faros inquebrantables, que te recuerden que ningún camino es fácil y que ningún arco iris llega sin tormenta. Ellos son tus mejores aliados, tus primeros fans y los jueces más importantes. Búscalos establece quienes son y siempre cuídalos.

  • Capacitarse siempre allana el camino, pero no es lo único que debes hacer para crecer. Lo sé porque durante muchísimo tiempo no pude capacitarme por distintos motivos. Asique hice lo que me quedaba y eso fue practicar, mucho, probar distintas cosas, experimentar todo el tiempo. En ocasiones fue frustrante, pero no por eso menos enriquecedor. Cuando por fin pude capacitarme reforcé muchas de las cosa que había aprendido, modifiqué otras y me dí cuenta que ambas son importantes, que sin poner mi práctica y experimentación no hubiera aprovechado del todo lo que mis mentores me enseñaban.

  • Fija tus prioridades . El camino es sinuoso y es fácil perderte en ambiciones vacías, en vanidades que a todas nos encantan pero que no te empujan más cerca de tu meta. Tus objetivos y como te ves a ti misma es lo que te dará una idea clara si estás desviando el rumbo.

  • Sé tú misma, se que parece una frase armada, pero en este caso tus propias individualidades son tu mayor activo para diferenciarte de los demás en un mundo que está bombardeado visualmente todo el tiempo. Anímate a ser diferente, exprésate sin miedo, ponte toda tú en tus obras. No complazcas a nadie más que a tí misma.

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Si tuviera que enumerarlas creo que estas 4 cosas son las que más me costaron aprender y, con el tiempo, apreciar. Mi objetivo es animarlas a perseguir aquello que ambicionan y decirles que jamás es demasiado tarde para nada y, como alguien dijo alguna vez: nadie hizo una diferencia en el mundo siendo como los demás.

Hasta la próxima

Dani

Dani Rodriguez